A
partir del siglo V los pueblos germánicos ya habían traspasado las fronteras
del Imperio y la decadencia de Roma se hacía notable, hasta que en el 476 cayó
el último emperador Rómulo Augústulo.
En la
Europa Occidental las invasiones germánicas propiciaron que nuevos pobladores
se asentaran en los territorios como los ostrogodos en Italia, los merovingios
en Francia y los visigodos en España. A la vez que el Imperio Romano de
Oriente, es decir Bizantino, siguió en pie casi un milenio después.
Aunque
los pueblos del norte trajeron nuevas estructuras sociales, propias de una
sociedad más guerrera, aspectos de la vida romana se mantuvieron como la lengua
latina o el derecho romano. Así mismo los pueblos del norte asumieron las
técnicas constructivas romanas, creando el estilo llamado románico, basado en
la arquitectura romana (no se abandonan los arcos de medio punto, las bóvedas
de cañón o los órdenes clásicos).
El
Imperio carolingio
Hacia
el siglo VIII la situación en Europa era de relativa calma, los reinos
cristianos que dominaban occidente estaban asentados, mientras que el Imperio
Bizantino en Oriente era fuerte y estable. Pero desde el norte de África una
nueva amenaza comenzó a circular por el sur de Europa: el islam.
La
península ibérica había sido invadida por los seguidores de una esta nueva
religión, y las fronteras con Francia
comenzaban a sentir la presión. Hasta que en el año 732 se produjo la batalla
de Poitiers donde las tropas cristianas al mando de Carlomagno consiguieron frenar
el avance musulmán. Así pues, Carlomagno comenzó a tratar de recuperar los
antiguos límites del Imperio de Romano.
El
surgimiento de nuevas tierras y gobernadas por nobles, duques, condes… llevará
a la creación de una nueva estructura social: El feudalismo.
Esta
nueva forma de organización social se basaba en que los campesinos y habitantes
libres, firmaban un contrato de vasallaje con el señor dueño de un territorio a
través del que se declaraba su siervo a cambio de poder trabajar las tierras y
vivir de lo que obtuviese.
Durante
esta etapa, Carlomagno trató de impulsar las artes y los saberes además de
trasladar los grandes centros de enseñanza a los monasterios y conventos, donde
se preservaba la cultura antigua.
A la
muerte de Carlomagno, en el Imperio Carolingio se produjeron importantes luchas
por el poder de estos territorios. Como consecuencia, los señores feudales
aumentaron su poder por la autonomía de gobierno sobre sus territorios y
súbditos.
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